Al principio, nuestro objetivo era tratar las heridas de Bruno, darle la nutrición adecuada y ofrecerle un lugar acogedor para que descanse. Con el paso del tiempo, vimos cómo la salud de Bruno mejoraba poco a poco. Se volvió más animado, sus heridas comenzaron a sanar e incluso participó en algunas actividades lúdicas con nosotros.
Con el paso del tiempo, la salud de Bruno experimentó una transformación positiva. Notamos una mejora significativa en su comportamiento y comenzó a confiar más en nosotros. Su cola se movía con entusiasmo cada vez que nos veía. Finalmente llegó el momento en que supimos que era el momento adecuado para traerlo a casa con nosotros.
Al llegar a nuestra humilde morada, Bruno se llenó de una inmensa sensación de felicidad que irradiaba a través de cada una de sus acciones. Con entusiasmo salió disparado por la puerta principal, explorando ansiosamente cada rincón y grieta de nuestra casa, y husmeando con curiosidad desenfrenada. Fue una vista conmovedora de contemplar, y no pudimos evitar derramar lágrimas de pura alegría. Bruno había recorrido un largo camino desde sus días como un perro callejero abandonado y maltratado. Ahora, él era una parte querida de nuestra familia. Éramos conscientes de que aún le quedaba mucho camino por recorrer en su viaje hacia la recuperación, pero estábamos totalmente comprometidos a apoyarlo a través de todo. Cuando lo miramos a los ojos, pudimos sentir su gratitud por todo lo que habíamos hecho para ayudarlo.