Es una migración invernal que parece hacerse más grande cada febrero: miles de fotógrafos y amantes de la naturaleza acuden en masa al Parque Nacional Yosemite para ver un fenómeno natural apodado “la cascada de fuego”.
La caída de fuego suele verse mejor a mediados de febrero, porque es cuando la pequeña cascada Cola de Caballo fluye con la escorrentía de las tormentas invernales. Además, el parque requiere que los visitantes hagan reservaciones con anticipación si desean asistir durante los muy solicitados períodos de incendio del viernes al domingo debido a la creciente popularidad del evento en los últimos años.
Se necesita un cielo despejado y suficiente nieve para que la cascada caiga sobre la formación rocosa antes de que pueda ocurrir el efecto “caída de fuego”.
“Incluso un poco de neblina o nubosidad menor puede disminuir o eliminar en gran medida el efecto”, explicó el servicio de parques en su sitio web.
Como señala National Geographic, el famoso fotógrafo de paisajes Ansel Adams capturó la cascada por primera vez en la década de 1940, sin embargo, la imagen era en blanco y negro. La primera imagen en color del efecto “caída de fuego” fue capturada por el fotógrafo de National Geographic Galen Rowell en 1973.
Si todo va bien, los picos rocosos del valle de Yosemite cubren progresivamente El Capitán de sombra de oeste a este durante la puesta del sol, dejando una estrecha franja de luz en la cascada justo antes de la puesta del sol. El marcado contraste entre la niebla brillante y la roca apagada hace que la cascada parezca brillar.