Dicen que los perros son los mejores amigos del hombre, pero para Zac y Lilli, eran el compañero constante del otro. Estos dos cachorros han sido inseparables desde que fueron rescatados como callejeros hace diez años. Incluso cuando Zac perdió la vista debido a una enfermedad ocular, Lilli se convirtió en su guía. Desgraciadamente, su dueño tuvo que mudarse al extranjero y no pudo llevárselos. Ahora, están buscando juntos un nuevo hogar lleno de amor. Durante las caminatas, Zac se aferra al costado de Lilli y busca consuelo apoyando su cabeza sobre ella cuando se siente cansado o desorientado. Está claro que comparten un vínculo especial que no debería romperse. Sarah Bussell, de la organización benéfica Blue Cross en Tiverton, Devon, dice que Zac estaría perdido sin Lilli. Por eso es necesario reubicarlos juntos. Esperemos que estos mejores amigos peludos encuentren pronto su hogar para siempre.
Según el locutor, el vínculo entre Zak y Lilli es notable, ya que parecen tener una conexión fuerte, casi psíquica. Cuando se aventuran afuera, Zak confía en el olor y la guía de Lilli para navegar por su entorno. Lilli es paciente y apoya a Zak, incluso empujándolo físicamente en la dirección correcta cuando es necesario. A pesar de sus diferencias, Lilli trata a Zak con cuidado y atención. Los dos perros viven juntos en el área de realojamiento del refugio y comparten una relación cercana. Además, a Zak le gusta recibir atención de los humanos.
Zac, un perro que había estado bajo el cuidado de Blue Cross anteriormente, fue llevado al centro cuando era un cachorro. Desafortunadamente, su anterior dueña tuvo que dejarlo atrás cuando emigró y no pudo llevarse a Zac con ella. Esta vez, Blue Cross espera que una familia amorosa adopte a Zac y a su amigo peludo para que puedan tener una vida pacífica en un horario establecido.
Sarah describió a Zac como un caballero cariñoso y afectuoso que anhela atención. Como es ciego, sus otros sentidos se agudizan y mueve su colita con entusiasmo cuando alguien entra en la habitación. A pesar de su ceguera, Zac vive una vida plena y feliz. Su posible propietario debe tener cuidado de no reorganizar las cosas en la casa para asegurarse de que tenga un camino despejado para moverse. Durante los paseos, Zac debe llevar correa por motivos de seguridad. A cambio de estas consideraciones, Zac y su compañera Lilli se convertirían en grandes amigos que colmarían de amor y atención a su adoptante.