La misteriosa atracción para los visitantes del Museo de los Andes en Arequipa, Perú, es un homenaje a la Momia Juanita, uno de los cadáveres mejor conservados del mundo.
Su estado congelado permanece intacto en la piel de sus manos y brazos, casi sin mostrar deterioro. El descubridor del museo, Johan Reinhard, incluso tomó nota de que “no hay pelos visibles”.
Por muy peculiar que parezca, muy alejada de algunas de las formas macabras del pasado, la vida de Juanita fue corta y terminó con su sacrificio a los dioses incas.
La momia Juanita está en exhibición en el Museo de la Nación en Lima, Perú. Marzo de 1999. Los científicos estiman que Juanita tenía entre 12 y 15 años cuando murió como parte de una capacocha, una ceremonia de sacrificio de los incas que implicaba la muerte de niños.
Traducido como “obligación real”, capacocha tenía como objetivo el imperio Inca garantizar que los mejores y más sanos entre ellos fueran elegidos para cumplir un sueño permanente, uno para apaciguar a los dioses.
Las marcas en su mano indican que fue seleccionada para el sacrificio como parte de un derramamiento de sangre que duró un año. No estaba garantizado sacrificar lo mejor de las niñas incas, su cerebro era de suma importancia. Los científicos con acceso al ADN de Juanita en todo el mundo están tratando de crear una línea de tiempo de estos días y deducir cuál era su dieta antes de contagiarse. Si bien los incas eventualmente perfeccionaron este brebaje de drogas que, al dárselas a los niños para que cayeran en un sueño permanente, Juanita no tuvo tanta suerte.
Momia Juanita El radiólogo Elliot Fishman descubriría que la muerte de Juanita la alejó de la cálida y relajante brisa marina al gélido aire de la montaña en la madrugada de septiembre de 1995 de la mano del alpinista Johan Reinhard y su compañero de escalada peruano, Miguel Zárate.
No es por la actividad volcánica, es probable que el evento ocurrido en la joven momificada la hubiera hecho permanecer sentada nuevamente en la montaña helada durante los siglos venideros. Pero debido a la actividad del volcán dentro de la nieve, la capa de nieve del monte Ampato comenzó a derretirse, empujando a la momia envuelta y su lugar de enterramiento montaña abajo.
Reinhard y Zárate descubrieron la pequeña momia envuelta dentro de un cráter en la montaña, junto con numerosos elementos funerarios que incluyen cerámica, conchas y pequeñas figurillas.
El aire fino y frío a 20.000 pies de altura cerca de la cima del monte Ampato había dejado a la momia increíblemente intacta. “Los médicos han estado negando con la cabeza y diciendo que [las momias] no parecen tener 500 años [pero] podrían haber muerto hace unas semanas”, recordó Reinhard en una entrevista de 1999.
El descubrimiento de una momia tan bien conservada llamó instantáneamente la atención de Y. Reinhard volvería a la montaña, esta vez y con una niña.
Los informes de un soldado español que presenció ceremonias de sacrificio de niños en parejas sugieren que el primero en ser elegido y la niña podrían haber sido enterrados como “sacrificios de compañía” para la momia Juanita.
En total, los expertos estiman que puede haber cientos de niños incas momificados en las montañas a lo largo de varios siglos.